Casi sin darnos cuenta, ya estamos a pocos meses del fin de la legislatura, de unas nuevas elecciones municipales y autonómicas. Y cada día hay más inquietud por saber cómo será la candidatura de Ahora Madrid en 2019. Entre nosotros, entre nuestros votantes y, obviamente, entre nuestros rivales, nuevamente desconcertados ante un partido que se escapa, para bien y para mal, de la ortodoxia política.
Las dudas llegan incluso al punto de no estar claro si Ahora Madrid volverá a concurrir como tal a las elecciones. Aunque la madre de todas las dudas es si Manuela Carmena optará a la reelección, porque es la variable clave para que todo se aclare.
No descubro nada si digo que la andadura del gobierno de Ahora Madrid no ha sido nada fácil. Y no lo ha sido por la virulencia con que se le ha atacado desde el exterior, desde un «establishment» desesperado e irritado con que algunas de las mayores ciudades del país (empezando por las dos primeras) cayeran en manos de candidaturas del cambio, pero también por las convulsiones internas de un proyecto que, tal vez, no estaba pensado para gobernar.
Apunto a continuación algunas de las cuestiones que considero que están siendo claves en la difícil dinámica interna de Ahora Madrid:
- La candidatura. Ahí empezó todo. Podemos, por entonces en la cresta de la ola, ya había anunciado que no se presentaría con sus siglas a las elecciones municipales, sino que se integraría en candidaturas ciudadanas. Esto abonó el terreno para que surgiera Ganemos y aparecieran otras muchas personas de distintos partidos y movimientos sociales. Al final, la candidatura, con un sistema de primarias que sobrerrepresentaba a las minorías, fue una amalgama maravillosamente colorida y diversa, pero escasamente cohesionada. Incluso, la incorporación de Manuela Carmena como cabeza de lista, fue a última hora y como independiente. Al final, Ahora Madrid presentó una candidatura donde muchos de sus miembros, no sólo tenían diferentes puntos de vista políticos, sino que apenas se conocían.
- El programa. Como no podía ser de otra manera, se realizó de forma «participada y colaborativa». Visto ahora, es un conjunto de hermosas intenciones, de escasa concreción y un palpable desconocimiento del Ayuntamiento y la administración pública. Muy pocas personas en la candidatura tenían experiencia municipal y en la administración pública. Y se notó a la legua. Por ejemplo, en uno de los temas que mayor conflicto interno han provocado, la Operación Chamartín (o Nuevo Norte), el programa decía que «Madrid pondrá en marcha medidas urgentes que frenen los procesos especulativos y los pelotazos urbanísticos en marcha». Lo que hemos hecho, modificando el plan inicial, ¿cumple con ello o es una claudicación antes las fuerzas del capital? o comprometernos a «garantizar el acceso a una vivienda digna: a parar los desahucios, mejorar el parque público de vivienda y poner en uso las viviendas vacías en manos de grandes bancos o empresas». Algo sencillamente imposible. También es verdad que en otros aspectos, los resultados están siendo más cercanos a las propuestas: la apuesta por el medio ambiente, por la cohesión territorial, por la transparencia y la participación ciudadana…
- El trabajo en equipo. «De aquellos polvos, estos lodos». El equipo de gobierno que acabó saliendo de las elecciones, reflejó perfectamente el proceso por el que se formó la candidatura y se acabó convirtiendo en un equipo muy difícil de dirigir, intentando llevar a la práctica un programa poco realista. Así que las diferencias, las críticas o los subgrupos, no tardaron en aparecer y han sido una constante a lo largo de toda la legislatura, como se ha evidenciado públicamente en numerosas votaciones en los plenos. Posiblemente, era algo inevitable, pero tal vez deberíamos haber sido más consciente de ello, reforzando la gestión interna y los liderazgos naturales capaces de encontrar mayores consensos.
- No hay partido. Ahora Madrid nació como una confluencia y así se ha quedado. Nunca ha tomado cuerpo de organización o de partido, más allá de una mesa de coordinación escasamente operativa y las pocas personas que forman el grupo municipal. Esto ha sido una gran debilidad frente a nuestros rivales políticos, con estructuras mucho más potentes y afianzadas. También es cierto que esto nos ha librado, en buena parte, de muchos de los vicios de la vieja política y de las tóxicas dinámicas de partido, que ni Podemos ha conseguido acabar evitando. A la vez, esto ha provocado que los distintos orígenes políticos de los miembros de Ahora Madrid hayan estado siempre presentes, demasiado presentes, en una dinámica de bloques que ha sido bastante dañina, porque muchas decisiones individuales de concejales y concejalas han parecido más pensadas para contentar a sus seguidores y seguidoras, a su público, a su «parroquia», que para apoyar la acción de gobierno. Por no hablar de los inevitables egos y algunos planteamientos mesiánicos, en los que los intereses individuales han estado claramente por encima de los colectivos.
Todo lo anterior nos ha llevado a la situación actual: no tenemos ni idea de cómo será la candidatura de 2019. Bueno, una cosa sí tenemos clara: que sólo con Manuela Carmena de nuevo a la cabeza, hay posibilidades reales de repetir gobierno. Ha sido y es una inspiración, la prueba palpable de que otra política es posible. Más humana, más cercana, más sensata. Y se ha acabado volviendo imprescindible. Para nosotros y para nuestros votantes.
Pero también podemos confirmar ya, un gran fracaso de Ahora Madrid: que su proyecto político, que el cambio que ansiaban muchos madrileños y madrileñas, que el cambio que queremos que continue, dependen de que una mujer extraordinaria decida presentarse de nuevo a alcaldesa con 74 años. Capacidad, energía y ánimo tiene de sobra, pero a mí no deja de parecerme un poco cruel que tenga que soportar semejante responsabilidad sobre sus hombros, en buena parte por la incapacidad que hemos mostrado los demás para convertir Ahora Madrid en un proyecto de futuro.
Muchos nos siguen viendo como un error, como un accidente, una catástrofe natural, un mal sueño que pronto pasará para que todo vuelva a ser como antes, para que todo vuelva a la «normalidad». Todavía está en nuestra mano evitar que acabemos pasando a la historia como una anécdota, preciosa, pero que se quedó muy corta y decepcionó a tanta gente que nos apoyó. Todavía está en nuestra mano evitar que esto no se acabe por los méritos de nuestros rivales políticos sino por no haber sido capaces de consolidar un proyecto de cambio por el que apostaron muchísimas personas. Y lo tenemos que hacer con Manuela, que es el alma y la cara del proyecto. Tenemos que conseguir garantizar las condiciones para que ella acepte el sacrificio de una nueva legislatura, construir una candidatura con la que se sienta cómoda, con la que pueda formar un equipo de trabajo competente, experimentado, pero también leal.
Y si no se presenta finalmente, habrá que respetar su decisión, apretar los dientes y seguir luchando. Por supuesto.
No se puede ser más autocrítico. Como siempre das en la diana. Ójala se cumplan los mejores augurios y esa candidatura «cómoda», salga adelante, por bien de todos los madrileños. Allí estaré para apoyaros.