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Vinimos a hacer esto

Ha sido muy cansino escuchar durante estos años, de muchos compañeros y compañeras, aquello de que «no vinimos a hacer esto». La frase que resume la frustración para muchos de un gobierno municipal que, en su opinión, no ha sabido o no ha querido hacer el verdadero cambio que necesitaba la ciudad. Fuera por bisoñez, por no saber hacer frente a los «enemigos» exteriores o, en el peor de los casos, por claudicar y venderse al capital.

Pues bien, voy a poner un ejemplo de por qué vine yo a esto, de por qué sí que hemos hecho mucho.

El Barrio del Aeropuerto es el más desfavorecido del distrito de Barajas, aunque en el «ranking» de vulnerabilidad de la ciudad, no pueda compararse con otros en mucha peor situación: ocupa el puesto 61 de vulnerabilidad, de un total de 128 barrios, según el estudio de 2018.

Pero dentro de Barajas, sí que resultan escandalosas las diferencias en relación al resto de barrios. Diferencias que se arrastran desde su creación, en los años 60.

Todo desde los inicios fue un desastre: viviendas de mala calidad y una deficiente urbanización, a lo que se unen una ubicación encajonada entre el aeropuerto y sus carreteras de acceso, malas comunicaciones por transporte público, escasos servicios, problemas de aparcamiento y, para colmo, graves inundaciones cuando caen trombas de agua.

Aunque todo hay que decirlo, también se trata de un barrio con una fuerte identidad y cohesionado, con vecinos y vecinas orgullosos de ser de allí y… muy peleones.

Cuando llegamos al gobierno en 2015, todo el mundo nos decía que era el barrio prioritario de Barajas. Pero nadie había hecho nada en décadas. No me lo pudieron resumir mejor algunos colegas: «allí no hay votos» (su población no alcanza los 2.000 habitantes).

Lo primero que nos encontramos es que el barrio no tenía planeamiento urbano. ¿Qué es esto? De manera sencilla, el planeamiento urbano es lo que define qué se puede hacer en cada espacio de la ciudad: viviendas, equipamientos, zonas verdes, actividad empresarial… Donde no hay planeamiento es como si no existiera oficialmente la ciudad, hasta el punto de que el ayuntamiento prácticamente se desentiende de dichas zonas. Y encima, realizar el planeamiento no es un proceso ni corto, ni sencillo.

Así que, para intentar solucionar los graves problemas del Barrio del Aeropuerto, tuvimos que empezar por el planeamiento. Casi dos años, hasta que en 2017, por fin lo conseguimos.

Paralelamente, desde el ayuntamiento habíamos lanzado el Plan MAD-RE (Madrid Recupera), un plan muy ambicioso de rehabilitación de viviendas y regeneración urbana, en el que una de las zonas prioritarias era el Barrio del Aeropuerto.

Aunque fuimos avanzando en su gestión a la vez que realizábamos el planeamiento (sin él, no se podían pedir las subvenciones), cuando ya todo parecía a punto para que los vecinos y las vecinas pidieran por fin las ayudas (ayudas importantísimas, en muchos casos del 80-90% del gasto), nos topamos con un nuevo obstáculo: la desconfianza.

A la convocatoria del Plan MAD-RE de 2016 no se presentó ninguna comunidad de vecinos. Sencillamente, no se creían lo de las ayudas, después de años de olvido y, lo que es peor, de engaños.

Porque uno de los acontecimientos que más se recuerdan en el Barrio del Aeropuerto fue la promesa de Gallardón de hacer un «nuevo barrio». Sí, de tirar el «viejo» para poner uno «nuevo», como si del SimCity se tratara. Por supuesto, no se hizo nada de nada. Solo era una fanfarronada muy propia de aquellos tiempos de desfase, megalomanía y pesadillas olímpicas…

Por fin, en 2017 los vecinos y las vecinas del Barrio del Aeropuerto, se presentaron a las ayudas del Plan MAD-RE. Y hace unos días comenzaron las primeras obras de rehabilitación que harán que, tras muchos años, puedan tener unas viviendas en condiciones.

No ha sido fácil y nos ha llevado casi toda la legislatura. Hemos tenido que superar infinidad de obstáculos, ganarnos esa confianza perdida, trabajar codo con codo con la asociación de vecinos (sin cuyo liderazgo vecinal, nada hubiera sido posible), coordinarnos internamente en el ayuntamiento y, por supuesto, escuchar mucho, escuchar las críticas, las dudas, pero siempre dando la cara, siendo realistas y transparentes.

Es cierto que todavía queda mucho para que el Barrio del Aeropuerto sea el que quieren sus vecinos y vecinas: hay que solucionar el problema de las inundaciones, regenerarlo y terminar de reurbanizarlo, resolver el problema de los edificios en estado de ruina, mejorar la movilidad y el aparcamiento, etc. Todo ello está ya en marcha, aunque no podrá culminarse hasta dentro de unos años.

Pero esta legislatura dejará como hito importantísimo, que por fin un gobierno municipal hizo algo por el Barrio del Aeropuerto: nada más y nada menos que garantizar que todo el que quiera pueda tener una vivienda digna.

Yo vine a hacer cosas como esta. Seguro que podríamos haber hecho más, seguro que hemos cometido muchísimos errores, pero no puedo evitar sentirme orgulloso al ver por fin los andamios en las viviendas. Igual que me siento orgulloso de apoyar a tantas y tantas personas afectadas por desahucios, o de atender personalmente a cualquier vecino o vecina que quiera contarnos sus problemas. Para mí, eso es la política.

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